lunes, 9 de agosto de 2010

Padre Nuestro, que estás en el cielo

Hace un mes murió mi viejo. Al día siguiente, le escribí esta carta a mis hijos:



Queridos hijos,
Ayer nos dejó el abuelo Fernando, mi papá. Tenía 66 años y estaba enfermo de cáncer. Paradójicamente, ayer fue también mi cumpleaños. Cumplí 36.

Papá tuvo cáncer de cólon, se lo diagnosticaron hace menos de un año y lo operaron en Diciembre para sacarle el tumor, pero encontraron otros órganos comprometidos y dijeron que no le quedaba mucho tiempo de vida.

Fuimos en Diciembre los tres a visitarlo a Argentina. Estuvimos allá desde mediados de Diciembre hasta mediados de Enero. Lo visitamos mucho. Nico, vos especialmente me acompañaste varias veces a su casa en Merlo, como a una hora y cuarto en auto desde Manzanares, donde vive la abuela.

Pero mi viejo sufrió mucho más que esta enfermedad perra a lo largo de su vida. El abuelo sufría de un desequilibrio químico en el cerebro, le faltaba litio, y eso le provocaba depresiones y euforias pronunciadas que se producían en ciclos frecuentes y recurrentes. Su enfermedad se conoce con el nombre de trastorno bipolar o depresión maníaca.

Este fue el gran problema de su vida y por un tiempo lo fue de la mía vida también. De la mía, la de mi madre, mis hermanos, mi tía, mi abuela y todas las personas que se relacionaron de cerca y lo amaron. Por su enfermedad, el abuelo no pudo mantener muchas relaciones estables a lo largo de su vida e hizo cosas que tal vez no hubiera hecho de haber tenido salud mental. Nunca logró tener una vida tranquila, o tal vez si al final, pero en su juventud siempre estuvo exaltado y perdido entre los vaivenes de la euforia y la depresión. Y ni él ni ninguno de los que lo conocimos y lo tuvimos cerca supimos de su enfermedad por muchos, muchos años. Yo me enteré a los 17 años, si mal no recuerdo, y definitivamente no estaba preparada para hacer mucho al respecto. Estaba más bien abocada a definirme, formarme y encontrarme a mi misma en un mundo que no me había ofrecido un papá para crecer a su lado y yo nunca había sabido bien porque.

Cuando mis hermanos y yo fuimos grandes para entender, ya era un poco tarde para generar ese vínculo que otros padres e hijos generan en la temprana infancia. Por supuesto que para cada uno esta historia fue y es distinta, ya que cada uno lo vio desde su propio universo. Y mis experiencias no definen necesariamente la de vuestros tíos. Personalemente, cuando yo empecé a descubrir verdades, al principio no me importó mucho. "Qué culpa tenía yo de su enfermedad?", pensé. Luego me importó lo suficiente para ayudarlo y hacerme cargo de lo que podía. "Después de todo es mi viejo", pensé. Con los años y la madurez, lo fui comprendiendo cada vez más y juzgándolo cada vez menos. El tiempo me hizo entender que todos tenemos nuestras limitaciones y que cada uno vive la vida de la mejor manera posible con ellas. Hacia el final, cuando ya su muerte estaba anunciada, fue cuando me pude acercar más a él y cuando sentí por primera vez en mi vida que yo también tenía un papá como cualquier otra persona. "Te quiero mucho papi," pude decir.

Ojalá Nico guardes para siempre el recuerdo de él, ya que vos fuiste su primer y único nieto varón. El abuelo te miraba con una cara muy tierna, tratando de extender su silenciosa sabiduría y apoyarla en tus hombros para que cargues el legado de su apellido con el honor de un titán, del titán que él trató de ser- y fue. Cuando sus operaciones y sus últimos meses, nunca le escuché una queja de dolor y hasta el último día que pudo hablar preguntó por vos y por Lucía para asegurarse de que estuvieran bien. Nuestras conversaciones eran sobre uds. exclusivamente, como si fueran lo único que importaba en su vida. Se que le importaban sus otros hijos y nietas también, pero en nuestras conversaciones, nosotros éramos su mundo.

Y desde Diciembre que no mejoraba pero tampoco empeoraba, estaba como en una planicie, con algunas infecciones y malestares, pero ahi, como ilusionándonos con un milagro. Y de pronto, hace dos semanas se cayó de la cama durante la noche, dándose vuelta. Fue justo antes del partido de Argentina contra México, en octavos de final del mundial Sufádrica 2010. Y ahí fue en picada. No repuntó.

Dios le regaló un ángel en sus últimos años: Susana Pino. Ella lo acompañó, asistió, limpió, curó y amó como un verdadero ser alado. Me avisaron que entró en una etapa final el viernes, y por un momento pensé que podía pasar lo peor en el día de mi cumple. Y así fue. Pero en realidad, no fue lo peor.

Fue lo mejor, para celebrar mi cumple. Fue el irse a la paz, fue el dejar de sufrir, fue el rencontrarse con sus padres, fue el terminar una existencia tortuosa, todo en el mismo día en que hace 36 años yo llegaba a este mundo. Y el mismo día que su padre, mi abuelo, también cumplía años. Dudan que esto es un ciclo, un círculo, un ir y venir? No duden. Si algo aprendo de la muerte de mi viejo es que estos signos nos ayudan a entender el simple misterio de la vida: que nacemos y morimos de la misma manera, en un instante del infinito y fuimos y seremos parte de esa eternidad.

Hasta pronto abuelo, hasta pronto papá.

10 comentarios:

Susana Lamaison dijo...

Querida Mari, tus palabras son sentidas y ciertas. No pudiste encontrar una mejor manera de dejarles a tus hijos un testimonio de un día tan único como el del fallecimiento de tu papá, de su abuelo, sobre todo a Nico que ya es más grandecito y seguramente recordará y preguntará en algún momento.Las cosas son como vos decís: desgraciadamente tu papá , mi hermano querido, padeció un trastorno afectivo bipolar contra el que luchó más de 20 años y que sin dudas cambió el curso de toda la historia familiar, pero si de algo podés estar segura es de que los adoró como hijos, que se iluminaba cuando hablaba de sus hijos y sus nietos y que murió con la integridad de un verdadero hombre, sin quejarse de la maldita enfermedad última,entregándose a Dios como persona de fe que era, tal vez más contenido que nunca de la primera, ayudado por esa buenísima mujer que lo hacía reir y hasta bailar una semana antes. Gracias por el recuerdo del abuelo que fue feliz de tenerte de regalo de cumpleaños. Tengo guardada para vos una fotito en que te tiene en brazos, los dos de cumple. Ojalá ahora estén todos juntos gozando de la paz que todos merecieron y que no pudieron encontrar acá. Te quiero y un abrazo grande. Tía Cuca... y nunca dejes "la palabra".

Clara dijo...

cuando pare de llorar ... te escribo un email como es debido.

IMPECABLEMENTE HERMOSO.

Te adoro
tu amiga Clari

Anónimo dijo...

Marian: te quiero mucho, me emocionaste hasta el alma.
Beso Grande,
Ceci G.

Eli dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Irma Valeriano dijo...

Mariana, no he tenido mucho tiempo de leer ni escribir nada... y hasta hoy me encuentro esta súper emotiva carta. Como no sé ni qué decir porque tú ya lo has dicho todo, solamente puedo enviarte un abrazo muy fuerte. Ánimo... y sigue escribiendo.

SoyDelSur7 dijo...

Estimadísima Mariana!
Ante nada te envió un sentido abrazo de corazón! y acompañándote en el adiós o bienvenida a tu papa!
Tus palabras son el resultado de una profunda recapitulación y el encuentro con una sabiduría que solo llega cuando uno se hace disponible al Infinito, al Espíritu, por eso quiero agradecerte por ordenarlas en este "conjunto" donde se ve que puedes reconocer al "otro", y eso solo es más que suficiente, pero a través de ese reconocer llegaste hasta tu padre y pudiste dar vuelta completa en uno de esos ciclos que mencionas, por eso eres un nuevo ser ahora!
Agradecida desde lo más profundo, por mostrar tu valentía!

Carolina Moisa.

Anónimo dijo...

Gracias por compartir con nosotros los mediocres tu luz tan aclaradora y purificadora. Eres un angelito terrestre, tú. Dejas todo siempre mejor de lo que lo encuentras.
Abrazos,
Leonora

Mariana dijo...

Gracias a todos. Soy feliz compartiendo esto con uds. Las inspiraciones y el amor en mi vida llegaron a traves de la palabra y es de la misma forma que los quiero liberar al universo. Seria imposible sin uds que estan ahi para leer.

Anónimo dijo...

Hola Marian, la verdad descubro mas cosas de vos por esto medios que de todos los años que comparti con vos en la universidad de moron, no sabia lo de tu papá, lo siento de verdad, se lo que es perden a un ser querido por estas enfermedades.
Tampoco sabia que tenias hijos, te felicito.
siempre admiré a la gente que sabe expresar las cosas que siente con el alma, no todos tenemos esas posibilidades de hacerlo.
Y yo creo que las fechas son concecciones que tenemos que nuestros ancenstros, te recomiendo un libro que se llama ay mis ancentros de Anne Ancelin Schützenberger , es un poco el enfoque cientifico del karma, no se si crees o no es esto pero, estaria bueno que lo puedas leer.
Te mando un beso y espero poder leer esas lindas cosas que escribis!! moira aliberto

Anónimo dijo...

Impecable tu carta.
Admiro tu alma, tu corazón. Se que no me puedo poner en tu lugar, pero me es dificil imaginar que despues de tanta agua que paso debajo del puente uno pueda llegar a dejar todo de lado y perdonar, y no juzgar y entender que todos tenemos un limite y no nos pueden pedir mas que eso. Es la mayor nobleza que podemos alcanzar, es lo que siempre nos pregonaron y machacaron en la cabeza, pero llegado el momento dificil de poner en práctica.
Espero qeu si algun dia me toca estar en un lugar asi, que tengo que poner las cosas a un lado y perdonar, y no boludeces, perdonar en serio, perdonar toda una vida, pueda acordarme de lo grande que una amiga mia fue una vez y seguir tu ejemplo.
Te quiero mucho
Beso gigante