viernes, 30 de abril de 2010

Anna de los 100 años

Anna Eiker, residente del pueblo de Hinesburg, Vermont, nació el 24 de abril de 1910, el año en que la Argentina cumplía su primer centenario. El sábado pasado, su familia le organizó un festejo bien Vermontés con motivo de celebrar sus 10 décadas. Yo fui a cubrir el evento para el Burlington Free Press.

Lo que me enteré de Anna, y ahora paso a contarles, fue conversando con una de sus hijas, Karla, de 71 años (quien parece de 60 y vive en el mismo pueblo). A decir verdad, lo que más me llamó la atención fue lo poco que me contó de la vida de su madre. Pensemos que la mujer vivió las dos guerras mundiales, la caída de Wall Street y la depresión de los años 30, la llegada del hombre a la luna, el fin de las carretas y el comienzo de los autos híbridos, el cambio de las comunicaciones desde la radio y a la Internet, la caída del muro de Berlín, la Guerra Fría y podría seguir nombrando. Todo lo que me acuerdo de la historia del sigo 20, ella lo vió con sus ojos.

Sin embargo, esto me contó su hija:

Anna es oriunda de Cranbury, New Jersey y fue esposa de un chacarero que se dedico a cultivar papas . El matrimonio tuvo tres hijos quienes hoy tienen 75, 71 y 61 años. La vida de Anna fue la de esposa y madre y enviudó hace más de 30 años cuando su marido murió de cancer de pancreas (la hija me contó que el uso de pesticidas y fertilizantes en la papas lo terminaron enfermando). La mujer continuó viviendo en New Jersey hasta principio de los 90 cuando perdió la vista de un ojo y se mudó a Vermont para estar cerca de su hija Karla (entonces tenía 81 años). De haber sido mi propia madre se hubiera mudado a mi casa pero no fue asi en el caso de Anna. Eiker se mudó a un departamentito en el cual todavía vive, SOLA. Karla la visita todos los días, le hace las compras, y la ayuda con las tareas diarias. Enfermeras? Mucamamas? No. Para qué?

Una mujer amiga de la familia le limpia el departamento. Esta mujer estaba en el festejo y fue quien preparó la comida para los invitados. Por supuesto aproveché y le hice algunas preguntas, asumiendo que iba a limpiar una o dos veces por semana, como mínimo, y la conocería bien. No, me dijo. Solo una vez por mes. Lo que si me dijo es que se acordaba de las caminatas que Anna hacía cuando se mudó a Vermont. Se imaginan? Un pueblo nuevo, ciega de un ojo, 81 pirulos...sin embargo, salía a caminar.

En el festejo, que fue un OPEN HOUSE en el salón parroquial de la Iglesia Unitaria local, había familiares que se extendían a lo largo de 4 generaciones. Hijos, nietos, biznietos y tataranietos de Anna viajaron desde varios estados para celebrar con la matriarca. Su tataranieta mayor, Ella, 2, no fue tímida a la hora de abrazar, estrujar y jugar con la vieja. La vieja no se quedó atras, desde su silla de ruedas y con un susurro de voz, cautivó a la pequeña con una seducción ajena al mundo adulto. El evento fue abierto a quien quisiera participar y un miembro del consejo municipal se hizo presente para entregarle a Anna un certificado que la declaraba la residente más viejita del pueblo.

Me acerqué a Anna muy juiciosamente, en un momento donde el torrente de invitados cesó y pude arrodillarme frente a su silla de ruedas. Le dije quien era, porque estaba ahi, y la felicité por su cumpleaños. No quise hacerle más que una sola pregunta porque la noté agotada de tanta social.

- Y Anna, cómo se siente llegar a los 100 años?, pregunté.
Su respuesta pegó en el centro de mi imaginario, en esa foto mía de viejita rodeada de los decendientes que me van a inmortalizar una vez que llegue a los 100 años.

- Not so good, I am tired, me dijo suavemente. Me sonrió y se quedó mirandome un instante que me pareció una eternidad. Qué más podía preguntar después de eso?


Anna con sus tres hijos posa para la foto familiar. Los rodean hijos, nietos y biznietos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mirala a Anna, cualquiera estaria cansado despues de vivir tantos años....
un beso grande,
Ceci G

Irma Valeriano dijo...

Lo mismo que dices, digo: si fuera mi madre, viviría en mi casa.
Gracias por esta historia... te pone a pensar en cómo quieres pasar los días que vienen, cómo prepararte para llegar cansada, sí, pero por haberla vivido al máximo :)

M. Constanza (Connie) dijo...

Que lindo post marian! Quièn dijo que ya n sbe escribir en su propio idioma? Llegaste al corazón con la historia de Anna!